Lo de Cristiano ha sido penoso, quejándose bajo palos cuando la jugada continuaba. y al acabar en gol, en vez de felicitar al compañero sigue haciendo aspavientos mirando al arbitro. Cr7 tendrá muchas cosas, pero humildad y compañerismo no son ninguna de ellas. ¡¡vete de esta liga!!
La vida sigue igual. Otra vez, pasó lo de siempre en el Calderón, que cuando recibe al Real Madrid ya sabe lo que va a ver. Los colchoneros ya saben que les espera una película de indios y vaqueros en la que siempre ganan los mismos. Los medios no importan. Siempre gana el Real Madrid. Un día acabará jugando con tres menos y también se reirá de su vecino.
El derbi madrileño entre Atlético y Real Madrid se ha convertido en un derbi de mentira porque siempre pasa lo mismo. El Atleti podría pensar en ahorrarse el esfuerzo y quedarse en casa después de pasar la noche de antes sin dormir. Es pensar en los de blanco y tener dolor de cabeza. Para eso mejor evitar el disgusto.
En los derbis no importa quien esté en el campo, en el banquillo o en la grada. En los derbis no importa que el Madrid arrolle o espere. En los derbis no importa si el Atlético da la cara porque siempre acaba con ella partida. Este sábado en el Calderón hubo un poco de todo eso. El Madrid, otra vez, volvió a adelantarse pronto y, como el año pasado, acabó pidiendo la hora después de rezar y darle las gracias a Casillas, que hizo cinco paradas de mérito, una de ellas sublime en un mano a mano con el Kun.
Mourinho se guardó las espaldas colocando un trivote en el centro del campo y comenzó a ganar el derbi. Xabi, Lass y Khedira fueron multitud y la medular rojiblanca no existió. El resto lo hizo el Atlético, favoreciendo el partido ideal para el Madrid, y Casillas, muro de las lamentaciones locales. Los rojiblancos parece que no habían visto jugar nunca al Real Madrid. Regalaron espacios y el Madrid se encontró como pez en el agua. El Atleti acabó siendo la víctima blanca después de darle el cuchillo.
El Madrid le estará agradecido de por vida a su amigo de las rayas de los colchones. Le pusieron el partido en bandeja y los de Mourinho no desaprovecharon el favor. Marcó Benzema a los 11' después de avisar el francés antes del primer minuto y hacerlo Khedira, que no pareció el alemán ni el futbolista que nos han vendido. El pase a Karim en el gol se lo dio Khedira, que algo habrá aprendido de Özil. El francés se convirtió en Ronaldo, habitual bestia negra rojiblanca. Leyó el pase, ganó el cuerpo a cuerpo con Godín y batió a De Gea con mucha clase. Un día de éstos, el gato que ladra acabará hablando en chino.
Se adelantó el Madrid y al Atleti le costó arrancar. Era la historia de todos los derbis. Los colchoneros comenzaron a jugar el partido con retraso y se metieron en una pelea cara a cara con los blancos. Allí el Madrid contó con el escudo de Casillas, que apareció cuatro veces para evitar lo que pudo ser el empate. La diferencia se contrastó en la otra portería. El Madrid volvió a contar con facilidades al contragolpe, Marcelo rompió y sirvió al corazón del área, por donde apareció Özil para disparar con la izquierda. No fue el mejor disparo de Mesut, ni siquiera fue bueno, pero no importó. De Gea se la tragó. Era un tiro centrado, tampoco demasiado potente, pero el meta dudó y no evitó lo que sí hizo Casillas en la otra portería.
El derbi tampoco fue ajeno a la polémica, favorecida por Teixeira Vitienes, que lo hizo todo mal. Puso el listón por las nubes a la hora de sacar amarillas, especialmente con Lass, al que pudo mostrarle cinco tarjeta y sólo le sacó una, y ya en la segunda parte. Tras el descanso, en el Atleti entró Koke por Elías, que sólo fue antimadridista el día de su presentación.
El Atleti se resignó a su maldito destino cuando ve la carita del Madrid. Casillas le sacó un uno contra uno tremendo al Kun, que fue el único que creyó en sus posibilidades. No fue suficiente.
El Madrid, dejando pasar el tiempo, no destrozó el partido, dirigido al contragolpe por un maravilloso Özil, que jugó con un pincel tirado a la derecha. Por el otro costado arrancó Cristiano, que jugó 72 minutos renqueante. El Madrid corrió un riesgo que pudo evitar.
Al final, con los dos equipos pidiendo la hora, marcó Agüero y dio algo de vida al Atleti cuando realmente no existió. El final estaba escrito sin jugar. El derbi de siempre.
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